cURIOSIDADES DEL DISEÑO

No se conocen sus orígenes de este utensilio sencillo y practico, aunque se cree que su origen puede estar en un pueblo (cultura de Hallstatt) de la edad de hierro, situado en lo que es hoy Austria. En 1849 Walter Hunt lo hizo tal cual es conocido hoy en día. La patente la vendió por 400 dólares de la época.

Los imperdibles son utilizados en muchas ocasiones, en carreras populares se ven sujetando los números de los corredores, para sujetar dos telas de forma ocasional que no queremos coser. En un apuro cuando no tenemos ningún botón para abrochar nuestro pantalón. Hay cientos de situaciones en la que nos puede ser muy útil. El imperdible es un comodín, tenerlo nos puede ayudar en situaciones muy diferentes y resolver problemas distintos. Solo hay que tener un poco de imaginación. 

La corbata actual fue patentada por Langsdorf en 1924. A diferencia de las anteriores está se hizo en tres piezas, de esta manera se podía aprovechar mejor la tela y su desperdicio era menor. Aunque sus inicios fueron muy anteriores. En el siglo XVII en la corte de Luis XIV se puso de moda utilizarla, normalmente la corbata se anudaba al cuello con un broche o a través de los ojales de la chaqueta. Pero los franceses no fueron los que diseñaron esta prenda tan particular,  ellos la adoptaron de los oficiales del ejército Croata. Estos llevaban en su traje una tela blanca anudada al cuello. Una vez se instaló en la corte francesa se extendió a Inglaterra. Estas primeras corbatas no dejaban de ser un trozo de tela en el cuello, su forma no tenía nada que ver con las modernas corbatas que hoy se lucen. En el siglo XIX y principios del XX se convirtió en un símbolo de distinción, sobre todo para las altas clases de la burguesía.

En la actualidad la corbata es utilizada tanto por hombres como por mujeres, se podría decir que es unisex. Cualquier compromiso social o simplemente el hecho de dar (causar) una buena impresión requiere llevarla. Sin embargo la forma actual de vestir, hace que cada vez se utilice en menos ocasiones. Hasta hace tan solo unos años era impensable ver a un novio sin corbata, o a un presidente de los EEUU sin ella, pero la moda es cambiante y lo que antes era hoy no es. Tendrá la corbata los días contados... no lo creo. La corbata se ha instalado en nuestro vestuario para durar y durar.  Y es que una mujer con corbata sigue siendo sexy o no…

A quien no se le ha caído alguna vez un botón y ha pensado, a ver cuando aprendo a coserlo. Los que ya han aprendido lo cosen, los que no, intentan dárselo a una persona que sepa para que lo haga. El botón descosido se convierte en un caos para nuestra prenda. En ese momento somos conscientes de su utilidad, sin ese pequeño botón parece que nuestro vestido, pantalón, camisa se ha transformado en un simple corte de telas unidas sin mucha utilidad. Por suerte no todas las prendas necesitan de ellos, pero si la gran mayoría. Y en ese momento el botón es el centro de nuestro humilde universo. 

Los botones fueron utilizados desde la prehistoria, aunque no siempre tuvieron una utilidad funcional, en tiempos de los romanos se utilizaban de adornos en sus vestidos. En el siglo XV en la corte de Castilla los más ricos los llevaban como símbolo de distinción. En el siglo XVI se llegaron a realizar botones que eran verdaderas joyas, en su realización se utilizaba oro, plata, piedras preciosa, cualquier material que diese un áurea de elegancia y refinamiento. 

Una de las curiosidades que ha llegado hasta nuestros días es la ubicación de los botones. En la ropa masculina se ponen a la derecha, mientras que los botones de la ropa femenina se ponen a la izquierda de la prenda. Aun no se sabe cual es el motivo de esta diferencia. Una de las posibles causas que se baraja, es simplemente para diferenciarlas. Cuando en el siglo XIX la mujer inicio la lucha por la igualdad y algunas mujeres comenzaron a utilizar pantalones, una manera elegante de distinguirse de la ropa masculina era la ubicación de los botones. Otra posible causa, es que en la edad media las criadas eran las encargadas de vestir a las mujeres de la nobleza. Puede que esto llevara a cambiar la posición de los botones para facilitar el trabajo. 

Lo que no cabe duda, es que encontrar un botón perdido en cualquier rincón nos incita a guárdalo como si fuese una joya insustituible. Quien no tiene un bote de cristal o una caja de cartón llena de botones de colores, grandes, pequeños, gorditos, planitos, llenos de brillos o tan mates que ya casi no se distingue el color. Es imposible tirar ese botón, porque quien nos dice a nosotros, y si algún día nos hace falta...